1. Enrique Guarner: “El juego no es sólo una de las formas de pasar el tiempo, sino que es un
instrumento fundamental de crecimiento”
permitiendo que el niño disfrute mediante el juego y entre al mundo escolar con ganas de aprender
para la vida, aunque esta concepción sólo es tenida encuentra por los padres y
los educadores para formar a los estudiantes.
2. Jean Piaget:
Asocia tres estructuras básicas del juego con las
fases evolutivas del pensamiento humano:
el juego es simple ejercicio (parecido al anima); el juego simbólico (abstracto,
ficticio); y el juego reglado (colectivo, resultado de un acuerdo de grupo).
Piaget se centró
principalmente en la cognición sin dedicar demasiada atención a las emociones y
las motivaciones de los niños. El tema central de su trabajo es “una inteligencia”
o una “lógica” que adopta diferentes formas a medida que la persona se
desarrolla. Presenta una teoría del desarrollo por etapas. Cada etapa supone la
consistencia y la armonía de todas las funciones cognitivas en relación a un
determinado nivel de desarrollo. También implica discontinuidad, hecho que
supone que cada etapa sucesiva es cualitativamente diferente al anterior,
incluso teniendo en cuenta que durante la transición de una etapa a otra, se
pueden construir e incorporar elementos de la etapa anterior.
Vygotsky
(1924): el juego surge como necesidad de reproducir el
contacto con lo demás. Naturaleza, origen y fondo del juego son fenómenos de
tipo social, y a través del juego se presentan escenas que van más allá de los
instintos y pulsaciones internas individuales.
Para este teórico, existen dos líneas de cambio evolutivo que confluyen en
el ser humano: una más dependiente de la biología (preservación y reproducción
de la especie), y otra más de tipo sociocultural (ir integrando la forma de
organización propia de una cultura y de un grupo social).
Finalmente Vygotsky establece que el juego es una actividad social, en
la cual gracias a la cooperación con otros niños, se logran adquirir papeles o
roles que son complementarios al propio. También este autor se ocupa
principalmente del juego simbólico y señala como el niño transforma algunos
objetos y lo convierte en su imaginación en otros que tienen para él un
distinto significado, por ejemplo, cuando corre con la escoba como si ésta
fuese un caballo, y con este manejo de las cosas se contribuye a la capacidad
simbólica del niño.
Martha
Glanzer
El juego en el desarrollo infantil. El juego
es la verdadera actividad que permite al niño alzarse a un nivel superior. NO
SE TRATA PUES DE UN ACTIVISMO SUPERFICIAL E INÚTIL, SINO DE UNA ACTIVIDAD
PROFUNDA Y FECUNDA.
Fuente de regocijo y presente en todos los
momentos de su crecimiento, el juego forma parte del desarrollo del niño. Puede
decirse que el niño crece jugando dado que las características de s juegos irán
evolucionando y consolidándose progresivamente, siguiendo un ritmo que es
individual y que le posibilita ir logrando nuevas destrezas y competencias. Al
mismo tiempo, la evolución mental determina que las nenas y los nenes se sientan
atraídos hacia su entorno, mientras aparecen nuevas curiosidades e intereses.
De este modo surgen las motivaciones ligadas a su constante progreso
intelectual. Por tratarse de una actividad compleja, el juego libre siempre
estará condicionado por las posibilidades que les permita el grado alcanzado en
su desarrollo evolutivo y por los estímulos que el medio les ofrece para
ampliar sus intereses.
¿El niño juega para aprender o aprende
jugando?
Ante la posibilidad de una duda, todos los
estudios, conocimientos y observaciones nos llevan a afirmar que el niño no
juega para aprender sino que aprende cuando juega. Esto es válido para todos
los juegos que se ubican en todas las clasificaciones: tanto los juegos de
movimiento y desplazamiento, como los de roles, los intelectuales e imaginarios
y tanto los juegos clásicos y tradicionales como los contemporáneos y actuales;
desde él bebe hasta la edad adulta, ofrece siempre una forma activa y
pragmática de adquirir conocimientos. El niño con una pelota puede aprender las
posibilidades de “estimulo – respuesta” cuando de una patada lo aleja,
haciéndolo rodar. Con todos los juguetes y medios de juego ocurre lo mismo y
con el juego sin ellos también: es un medio más legítimo de aprendizaje. El
niño no juega para aprender pero generalmente aprende algo cuando juega.
El
juego simbólico: las cosas y sus valores.
Es posible considerar como un logro muy
importante que el niño poseedor de un lenguaje más o menos estructurado, pueda
ya encarar el juego simbólico donde significante y significado “juegan” un rol
de cambios constantes y sucesivos.
De esta manera, el símbolo remplaza a un
objeto real por otro imaginario de distinto significado. Por ejemplo, cuando el
niño “cabalga” sobre un palo, considera que esta cabalgando sobre un palo, que
puede llegar a ser belicoso o poderoso.
Es importante destacar que así como el
animismo le ofrece personalidad a las cosas, el simbolismo les adjudica
distintos valores o roles.